1. Intenta que la entrevista sea en persona
Sí, ya sé que es mucho más cómodo hacer la entrevista por teléfono desde la comodidad del hogar. O mejor aún, por email, que encima no tienes ni que transcribir. Si lo miramos así, mi consejo tiene poco calado, lo reconozco. Sin embargo, te voy a decir una cosa: las mejores entrevistas que he hecho en mi vida han sido en persona. ¿Por qué? Pues porque tener al entrevistado frente a frente te da una información sobre él que pierdes sin ese contacto físico. Además, al entrevistar en persona resulta mucho más fácil repreguntar, salirte del guión de entrevista que tienes preparado, improvisar, y ello da a la entrevista final un resultado mucho más vivo y real que agradecen los lectores. Os lo aseguro.
2. Infórmate mucho sobre la persona a la que vas a entrevistar
Parece una obviedad, pero en este mundo de prisas y de periodismo lowcost que nos toca vivir es algo que muchas veces se pasa por alto. Hacemos las cosas deprisa y corriendo y nos olvidamos de lo obvio. Algo que tiene más delito si cabe hoy, cuando tenemos a nuestra disposición una herramienta como Google. Busca en la red, bucea en la biografía del entrevistado, lee otras entrevistas que le hayan hecho con anterioridad, incluso muchos antes, para conocer su evolución. Toda información que obtengas sobre el entrevistado y sobre el tema en cuestión sobre el que versará la entrevista es poca a la hora de preparar un buen cuestionario.
3. Trabájate las preguntas para no caer en los lugares comunes
“Al fin y al cabo las entrevistas pueden ser un trámite aburrido. Si todo el mundo hace las mismas preguntas, a lo mejor hay que contestarlas de manera diferente, sólo para mantenerse despierto”, escribía Paul Auster en El libro de las ilusiones. Algo así deben sentir muchos personajes públicos que suelen ser protagonistas de entrevistas. Pensad en el caso de cantantes, escritores o divulgadores que presentan un nuevo trabajo. ¿Cuántas veces les harán las mismas preguntas? Por eso es importante trabajarse los cuestionarios. Para sacar a los entrevistados de su letargo, del piloto automático que llevan puesto cuando se enfrentan a jornadas maratonianas de entrevistas repetitivas. Como decía en el punto anterior, indaga en sus vidas para sacarlos de la actualidad. Pero también, si presentan un libro, por ejemplo, profundiza en sus páginas para poder preguntarles cosas que vayan más allá del título de los capítulos y de los lugares comunes. Lo que más feliz me hace como periodista es que el entrevistado me agradezca las preguntas, que me diga que se nota que me he leído su libro. Aunque realmente no lo haya hecho al 100%. El simple hecho de tomarte el interés en profundizar en su trabajo es algo que cualquiera agradece. Aunque solo sea porque durante veinte minutos le permites responder a preguntas que se salen de la norma.
4. Capta los matices, empápate de los detalles
Esto va sobre todo para las entrevistas en persona, aunque también puede valer en cierto modo para las telefónicas. No estés pendiente solo de la hoja de las preguntas, de qué cuestión viene después. Abre tus sentidos al máximo, especialmente la vista y el oído. Capta las miradas, de tu interlocutor, sus tonos, sus gestos, cómo se relaciona con el lugar en el que todo sucede. Y empápate de los detalles, por nimios que parezcan, del entrevistado y del escenario. Todo eso también es parte de la entrevista y te da una información muy valiosa a la hora de ponerte luego a redactar. Se nota cuando un periodista es capaz de captar los matices y los detalles. Las entrevistas se vuelven más reales, más vivas, hasta el punto de que el lector puede sentirse parte de la conversación.
5. Sé flexible pero no olvides que tú diriges la entrevista
Como comentaba antes uno sabe cómo empieza una entrevista pero no qué caminos va a tomar y cómo va a acabar. Por eso hay que ser flexible y estar abierto a las posibilidades que el interlocutor te ofrece para salirte del guión y preguntar por temas en los que quizás no habías reparado cuando preparabas el cuestionario. Eso sí, es importante siempre tener claro que información queremos obtener del entrevistado, cuál es nuestro objetivo, saber que nosotros dirigimos la entrevista. Hay entrevistados muy expertos que pueden llevarnos sin que nos demos cuenta al terreno que más les interesa a ellos y menos a nosotros.
6. Y lee muchas entrevistas
“Nunca hice nada distinto de escribir, pero no tengo vocación ni virtud de narrador, ignoro por completo las leyes de la composición dramática, y si me he embarcado en esta empresa es porque confío en la luz de lo mucho que he leído en la vida”, escribía Gabriel García Márquez en Memoria de mis putas tristes. Con la entrevista pasa lo mismo. Para llegar a hacer una buena entrevista es fundamental haber leído muchas buenas entrevistas antes. Busca entrevistas, empápate de ellas, analízalas, observa cómo pregunta el periodista, cómo cambia de tema, cómo redirige. Uno aprende haciendo, sí, pero también observando.
Publicado en adriancordellat.com
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