¿Cómo hacer reportería luego del paso arrasador de un huracán, en qué debería concentrar su mirada un periodista antes, durante y después de una catástrofe natural? Hablamos de esto con la periodista June Carolyn Erlick, a propósito del lanzamiento de su libro Desastres Naturales en América Latina.
os desastres naturales generalmente se han cubierto a partir del hecho mismo (el paso de un huracán, un terremoto, la explosión de un volcán, etc.) y la catástrofe humanitaria que le sucede. El país se conmociona tras la tragedia que copa por unos días los noticieros; los periodistas se van luego de las labores de rescate y cambia la agenda mediática a otros temas. Pero aún después de que se apagan las cámaras siguen pasando muchas cosas que deberían ser contadas.
Comunidades enteras rotas que avanzan en el lento proceso —de varias generaciones, a veces— de reconstrucción social, como en el terremoto de México de 1985. En ocasiones quedan responsabilidades por aclarar de parte de las autoridades, como sucedió con los planes de reconstrucción de Haití tras el sismo de 2012. Los desastres resultan incluso en revueltas populares por el mal manejo del Gobierno. Así como pasó tras el huracán María en Puerto Rico, cuando las protestas sociales tumbaron al gobernador Ricardo Rosselló.
Por su naturaleza geográfica, los desastres naturales son inherentes a la vida de América Latina y han llegado a ser determinantes en ciertos sucesos políticos históricos. Aunque pocos periodistas están pendientes de investigar sus fenómenos subyacentes, como la corrupción en el manejo de fondos de rescate o los errores administrativos que empeoraron la magnitud de la catástrofe.
June Carolyn Erlick, periodista de EE.UU y editora en jefe de ReVista, the Harvard Review of Latin America, ha indagado los fenómenos sociales tras los desastres naturales en América Latina. Desde su primer trabajo periodístico en la región, cuando viajó a Honduras para documentar las consecuencias del paso arrasador del huracán Fifí por Honduras en 1974, ha estado muy cerca de lo que sucedió luego de ciclones, volcanes y terremotos.
Luego de una detallada investigación, escribió el libro Desastres naturales en América Latina publicado por Penguin Random House en febrero de 2023. Este recoge varias aristas de las catástrofes naturales más icónicas y dramáticas en la región, como la tragedia televisada de Armero, en Colombia, cuando el país entero vio morir a Omayra Sánchez, una niña de 13 años con el cuerpo atrapado bajo los escombros (puede leer acá el capítulo en el que Erlick habla del trauma colectivo que dejó esa catástrofe en este país).
Para un periodista interesado en los sucesos medioambientales, planeación institucional o ejecución de fondos estatales, este libro es, ante todo, una invitación a comprender, desde un espectro más amplio, los desastres naturales que abundan en nuestra región.
Erlick estuvo el primero de mayo en Bogotá presentando su libro en la Feria del Libro de Bogotá, firmó ejemplares y conversó con el periodista Lorenzo Morales en la Sala Madre Josefa del Castillo.
En anticipación a este evento, hablamos con ella sobre su libro, la cobertura periodística de desastres más allá del hecho y las características que hacen a América Latina una región especialmente vulnerable a los caprichos de la naturaleza.
Esta entrevista ha sido editada por cuestiones de extensión y claridad. Los apartados en cursiva no son de la entrevistada sino agregados para dar contexto a sus respuestas.
CONNECTAS: En el libro habla de cómo en los desastres naturales surgen historias no solo de la catástrofe y la tragedia humana, sino también de la responsabilidad de los Gobiernos. En este sentido, ¿su libro se puede entender como un manual para periodistas sobre qué temas pueden concentrar su mirada a la hora de reportear sobre un desastre natural?
June Carolyn Erlick: Yo creo que el libro no es un manual, pero sí podría ser una inspiración para los periodistas, porque uno tiende a pensar en el desastre natural como el momento que pasó el terremoto o el huracán. Es algo que ocurre en el momento. Pero hay pocos reporteros entrenados o con el espacio de pensar en los desastres naturales en términos de vigilancia a largo plazo.
CONNECTAS: ¿En qué ángulos pueden enfocarse los periodistas para hacer esta vigilancia?
June Carolyn Erlick: En el libro hablo del asunto de gobernanza, que tiene que ver con todo, incluyendo coordinación entre el gobierno federal, el gobierno regional, los gobiernos locales y el pueblo mismo. También el problema de la corrupción. Generalmente tras una catástrofe entra un montón de ayuda humanitaria y entonces la tentación de robar de eso, a grande y pequeño plazo, está ahí. A veces no es robo, a veces es solamente ineficacia.
La otra cosa en la que pueden fijarse los periodistas es el asunto de la migración. Porque los desastres naturales causan refugiados climáticos, entonces este podría ser, por ejemplo, un gran problema para Colombia, en términos de recibir mucha gente, si ocurre algo en Ecuador, Perú o Venezuela.
Finalmente, creo que también hay que mirar con más cuidado los desastres a largo plazo en los que no pensamos generalmente, como las sequías y las inundaciones. Porque si los campesinos no pueden cosechar entonces buscan refugio en las ciudades y después en otros países, entonces es una fuga de un recurso valioso para un país si no está pensando en términos de otros tipos de cosechas, con ayuda científica, para que se pueda seguir produciendo.
CONNECTAS: Usted habla de eso en el libro y menciona que estos van a empeorar por el cambio climático. América Latina es especialmente vulnerable…
June Carolyn Erlick: Yo encontré súper interesante un estudio reciente que dice que con el cambio climático los huracanes van a incrementar 8 por ciento en intensidad cada década. Es decir, no es que haya más huracanes, pero sí más huracanes que pueden acabar ciudades costeras, porque son más intensas.
Los científicos están mirando si el calentamiento global está causando más terremotos. Eso no está comprobado, pero hay muchos expertos que piensan que como las placas de la Tierra están cambiando con el deshielo de los polos eso va a causar sismos más frecuentes y más fuertes. Y con sequías e inundaciones hay una línea recta comprobada con el cambio climático.
América Latina es tan increíblemente rica en geografía (tiene sus costas, tiene montañas, tiene mucha tierra agrícola que puede sufrir de inundaciones o sequías) y por la misma variedad de la naturaleza tiene, es susceptible a esos desastres. Y estos van a incrementar.
CONNECTAS: ¿Las catástrofes ‘a largo plazo’ se están abordando periodísticamente en América Latina?
June Carolyn Erlick: En general, diría que no. Los periodistas guatemaltecos hicieron un trabajo muy bueno sobre las sequías en Guatemala en términos de la malnutrición de la niñez, pero generalmente estos procesos resultan difíciles de cubrir porque suceden día tras día. Incluso diría que más que de los periodistas, esto depende mucho de los editores, porque estos tienen que estar dispuestos a asignar gente a cubrir esas catástrofes lentas y sus implicaciones.
La #sequía que afecta al oriente de #Guatemala provoca malnutrición en niñoshttps://t.co/Y4bwUrgTMk vía @EFEverde pic.twitter.com/gic0xh2Z0B— EFEverde (@EFEverde) April 25, 2017
CONNECTAS: Ante la perspectiva de empeoramiento de los desastres por el cambio climático, ¿cree que la región está más preparada para enfrentar los desastres naturales?
June Carolyn Erlick: No, por desgracia. Yo creo que Colombia sí está haciendo un esfuerzo. En Chile se ha pensado mucho el asunto de desastres naturales. Pero, en general, no.
Además, creo que es importante pensar en el papel, no solamente de Gobierno sino de las universidades y de las ONG, porque ahora uno puede tener cuatro años un Gobierno y en cuatro años más otro y entonces no hay continuidad. Eso es verdad en la mayoría de países de la región. Pero así no pasa con las universidades y las ONG. Entonces yo creo que es muy importante pensar en alianzas estratégicas con organizaciones que pueden hacer cosas a largo plazo.
CONNECTAS: ¿En qué puede concentrar su mirada el periodista cuando existen alertas de un posible desastre natural pero no ha pasado todavía?
June Carolyn Erlick: Los periodistas podrían hacer un papel preventivo. Por ejemplo, yo acabo de venir de Chile y hay una agencia que maneja los desastres naturales y están buscando cobertura periodística para mirar la capacidad del gobierno para responder a una catástrofe, para mirar las articulaciones entre gobierno central, gobierno local y grupos de ciudadanos. Algo que pueden ver los periodistas es cómo están las redes en su país, cómo está organizado o no para responder ante un desastre.
La otra cosa interesante es pensar en cómo están esas redes organizadas para responder a una catástrofe no usual. Es decir, en Cuba están súper organizados para enfrentar huracanes. Hay gente designada que sabe qué hacer. Pero llegó un tornado a un barrio pobre y no había respuesta porque estos no se pueden anticipar —a diferencia de como sucede con los huracanes—. Las agencias tienen que estar preparadas también para eventos así.
CONNECTAS: Un tema que también menciona en el libro es la relación que tienen los desastres naturales y las transformaciones sociales. ¿Cómo ha sido esa relación en la región?
June Carolyn Erlick: Es una pregunta muy interesante porque hay mucha relación. Es decir, los desastres naturales, revelan las fisuras en los gobiernos y muchas veces le dan a la sociedad civil una plataforma para unirse. Recién lo vimos en Puerto Rico después del huracán María, cuando el Gobierno mintió: decía que había como 30 personas que habían muerto con el huracán y aquí en Harvard, junto con la sociedad civil puertorriqueña, encontraron que había más de 3000. Y tumbaron al gobernador Ricardo Rosselló por eso.
Se vio en el caso de Nicaragua, durante la revolución sandinista. El terremoto de 1972 fue un gran impulsor de la oposición al régimen de Somoza, acusado de robarse la ayuda internacional que llegó al país. Siete años después, en medio de ese clima de descontento, los sandinistas se tomaron el poder. Y no estoy diciendo que la revolución no hubiera ocurrido sin el terremoto, pero hizo que la sociedad civil respondiera a la corrupción y a la falta de reconstrucción.
Cuando hay una catástrofe y la reacción institucional es mal lograda, ese puede ser el fin de un Gobierno. No necesariamente lo tumba, pero pierde su capital social. Al mismo tiempo, cuando un desastre está bien manejado, el Gobierno sube su capital social y le es más fácil hacer otras cosas.
CONNECTAS: ¿Siente que esa forma en que se han afrontado esos desastres naturales en América Latina también habla de la solidaridad de los latinoamericanos?
June Carolyn Erlick: Sí. A una amiga puertorriqueña le gusta decir que con los huracanes siempre hay dos puntos de fiesta: uno antes del huracán, en el que todo el mundo está preparándose y organizándose, y la otra después del huracán, para la recuperación. Es linda esa solidaridad, pero la cosa es que no se puede pensar que sea suficiente.
Por ejemplo, en el caso de Anaika, una niña haitiana que estaba en una situación muy parecida a la de Omayra Sánchez, cuando el terremoto de Haití en 2010. Los vecinos lograron extraer a la niña, que estaba atrapada con un serrucho, y la llevaron al médico de la comunidad. No había hospital, solo le dieron algunas pastillas para el dolor y se la llevaron para el centro médico más cercano, a tres horas. Pero en el camino murió porque perdió demasiada sangre.
Yo diría que se vio toda la solidaridad del mundo de esa comunidad que luchó para sacar a Anaika, pero resultó en nada porque no había instituciones. La solidaridad es importante, pero solamente llega hasta cierto grado.
CONNECTAS: Usted menciona dos casos dramáticos: el de Anaika y el de Omayra. ¿Un periodista cómo puede prepararse emocionalmente para cubrir un desastre natural y situaciones tan dramáticas como estas?
June Carolyn Erlick: No sé si se puede. Yo miré todo el drama de Omayra por televisión y cuando lo veo nuevamente en YouTube (recomiendo que lo hagan quienes no lo vieron), siento, sin ser psiquiatra, que eso dejó un trauma. Y no es una cosa de unos meses o años, sino que continúa a lo largo de varias generaciones; es decir, esa imagen de Omayra Sánchez, esa imposibilidad de sacar una niña de 13 años de su casa en medio del lodo se queda en la comunidad.
Yo creo que no se puede preparar para eso. Tal vez en el después. El Dart Center, creado por la Universidad de Columbia, hace muchos talleres para periodistas que experimentaron traumas en guerras y obviamente algunas de las técnicas que uno usa para aliviar el estrés, como la meditación, ayudan también luego de un desastre natural. Pero creo que en el momento —y tal vez hay una psiquiatra o psicóloga que no va a estar de acuerdo conmigo— no hay nada que pueda prepararlo a uno a ver una niña de 13 años morir en la manera que murió Omayra. Es cosa de humanidad.
Publicado en connectas.org
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