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La nostalgia es un sentimiento embriagador. Y, como tal, en función de la medida, le puede hacer a uno más lúcido o, por el contrario, más obtuso. Una pequeña dosis de nostalgia aporta distancia y perspectiva; el exceso conduce a la espesura.
El periodismo es, desde hace unos años, un salón propicio a la conversación nostálgica. La profesión ha cambiado mucho en los últimos tiempos, y es grande la tentación de mirar con añoranza al pasado. No es un mero recrearse en tiempos pretéritos: ciertamente, hay fundamentos del oficio que se echan de menos.
En este asunto del periodismo, la nostalgia es lucidez cuando no se dan perdidos los valores clásicos, sino que, simplemente, se los considera extraviados. Frente a la tentación derrotista de pensar que la transformación digital representa la muerte de periodismo tal cual lo conocimos, la mirada crítica y audaz encuentra motivos para una refundación, con la tecnología como mejor aliada.
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El hecho de que la digitalización haya puesto al periodismo ante el reto de reinventarse como oficio y como modelo de negocio puede que sea el mejor indicador de que tiene un gran futuro si es capaz de encontrar respuestas adecuadas en el presente.
Lo que el periodismo ha ganado gracias a internet
Como señaló Albert Montagut (autor de Reset. Cómo concluir la revolución digital del periodismo) durante un encuentro con estudiantes de Periodismo de la Universitat Abat Oliba CEU (UAO CEU), la labor del periodista es “convertir la información en periodismo”. Y, desde este punto de vista, no hay duda de que “la digitalización mejora el periodismo”.
Si la función del periodista es convertir la realidad que se encuentra en historias interesantes y relevantes para el público, el entorno digital proporciona numerosos recursos expresivos y comunicativos a esa causa. Desde este punto de vista, la reivindicación del reporterismo clásico la hacen hoy personas capaces de concebir historias para ser narradas a través de todos los formatos al alcance.
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Como sucede a menudo en el mundo de la canción, en esto del periodismo lo más moderno consiste en ser irreductiblemente clásico. Y eso pasa por ver a la tecnología como una aliada y no como una coartada para desatender el compromiso vocacional que debe tener todo periodista.
Decálogo del compromiso periodístico
El compromiso debe traducirse en actitud, en una disposición personal que se resume en los siguientes puntos:
Ser realista, no añadir ni quitar nada por cuenta propia. Hay que verificar cada información antes de escribir.
Las noticias están esperando para ser contadas. Hay que prestar atención a lo que sucede cerca, donde se puede encontrar muchas cosas interesantes de las que informar. Buscar lo noticiable en la vida diaria.
Escribir desde el punto de vista propio. Ese ángulo personal, esa perspectiva, es con lo que se consigue la diferencia.
No maquillar ni manipular las noticias, mejor dejar la imaginación para otros menesteres. A nadie le gustan las mentiras y el público no las perdona.
Una descripción simple siempre es mejor que una exageración.
Ser preciso. No existe más información que la información exacta. La gente confía en lo que se cuenta, no esperan ser defraudados.
Es difícil que la gente entienda de qué estás hablando si no se escribe correctamente.
Leer mucho y expandir el vocabulario, una historia corta no será tan emocionante si repite palabras en cada línea.
Es necesario cuidar a las fuentes.
Llevar siempre un cuaderno, un portátil, un móvil, una cámara… Nunca se sabe cuándo puede suceder algo interesante.
Publicado por La Vanguardia.
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