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Ana Campos

La complicidad de los amantes por Martín Casillas de Alba




“La llama es la parte más sutil del fuego que se eleva y levanta a lo alto en figura piramidal. El fuego original y primordial, la sexualidad, levanta la llama roja de erotismo y ésta, a su vez, sostiene y alza otra llama, azul y trémula: la del amor. Erotismo y amor, la llama doble de la vida”, fue lo que escribió Octavio Paz a los ochenta años de edad para ser publicado en 1993 como La llama doble (Seix Barral) de donde he sacado agua para beberla en la primera persona del singular antes de compartirla con ustedes.


En 1990 se inauguró la exposición Los privilegios de la vista en el Centro Cultural de Arte Contemporáneo —que estaba en Polanco— con las obras de los artistas sobre los que Octavio Paz había escrito. Yo estuve allí —como apuntaba Goya en sus reportajes gráficos— y pude oír el discurso que creímos sería alrededor de la exposición o de las obras de arte que había seleccionado; nada, habló de su amor por Marie Jo en un discurso inesperado, íntimo, sin importar la presencia del presidente Carlos Salinas de Gortari, la prensa y el resto de invitados que, asombrados, descubrimos esta faceta del poeta relacionado con el amor.


“Mis primeros poemas —había dicho Paz— fueron poemas de amor y desde entonces este tema aparece constantemente en mi poesía. Hacia 1965 vivía yo en la India… Me enamoré. Para mí, la poesía y el pensamiento son un sistema de vasos comunicantes. La fuente de ambos es mi vida: escribo sobre lo que he vivido y vivo. Vivir es también pensar y, a veces, atravesar esa frontera en la que sentir y pensar se funden: la poesía”.


Sobre este libro decía que sentía “la necesidad de volver sobre la idea del amor. Pero me detenía: ¿no era un poco ridículo, al final de mis días, escribir un libro sobre el amor? ¿O era un adiós, un testamento? De pronto, una mañana, me lancé a escribir con una suerte de alegre desesperación. Este libro tiene una relación íntima con el poema que escribí hace años, Carta de creencia”, que empieza así:


Entre la noche y el día

hay un territorio indeciso

no es luz ni sombra

es tiempo.


Lo escribió con esa “alegre desesperación” y no se detuvo hasta que terminó el libro, uno de los más completos que conozco sobre este tema con el que podemos recorrer esos laberintos con todo y sus salidas, oír lo inaudito y “en esto, ver aquello”, percibiendo lo imperceptible, sabiendo que para que el destino se cumpla, “es necesaria la complicidad de los amantes, pues el amor es un nudo en el que se atan destino y libertad”.


Octavio Paz siempre nos deja qué pensar, como con este libro que trata sobre el erotismo y el amor que, además de ser un complemento, le puede dar sentido a la vida sublimando el acoplamiento “entre la noche y el día”.


La mujer y el amor son jeroglíficos sagrados en la obra de Paz, decía Enrique Krauze y, por eso, en ese libro, explica cómo es que el sexo es la raíz, el erotismo su tallo y, el amor, la flor.

—¿Y el fruto? ¡Ah!, los frutos del amor son intangibles, ese es uno de sus enigmas —responde Paz.


No todos han experimentado en su vida el encuentro amoroso gracias al azar: cuando Paz lo encontró en la India lo calificó como “azar objetivo”, pues le permitió confirmar que el amor es un hechizo y la atracción que une a los amantes, un encantamiento.


Su erudición le permitió explicar y desarrollar los temas del erotismo y del amor desde la antigüedad tanto en Oriente como en Occidente, antes de descubrir que es el amor el que satisface el deseo de “completud”, una necesidad profunda del ser humano.


En La llama doble incluye la historia del “amor cortés” del medioevo, que hemos aplicado en nuestro tiempo para poder conquistar la felicidad.




Martín Casillas de Alba

Sábado 17 de septiembre, 2022.


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