Publicado en Fundación Gabo.
La información digital ha traído consigo el vértigo de la información instantánea. Cuando lo que impera es subir a la plataforma digital antes que la competencia una información, se pasan por alto normas básicas de rigor y de chequeo. Y también lo que es relevante de lo superfluo. Los años de experiencia han ayudado a ir morigerando el frenesí. Los lectores lo agradecen.
Lo que todavía intoxica, sobre todo a través de las redes sociales, son las informaciones falsas que circulan y que algunos periodistas toman como hechos ciertos que después no son desmentidos, porque lo peor que ha ocurrido es que en esa vorágine se relativizan también los errores. Otro factor que intoxica los contenidos es la batalla por obtener seguidores o “likes”, muchas veces asociada a ciertas metas del modelo económico.
Por último, diría que uno de los errores éticos más comunes es la apropiación de contenidos que otros periodistas y medios han investigado y trabajado, que se muestran como propios. Un ingrediente de la competencia desleal que se hace a diario sin pudor ni sanciones. Darle crédito a un dato o información obtenida por otro medio y desde ahí desarrollar el problema desde otra arista, no solo es una buena práctica del buen periodismo sino que te agrega credibilidad.
Respuesta de Gumersindo Lafuente
Quizá uno de los retos más importantes que se nos presentó a los periodistas en los primeros momentos de nuestra llegada al mundo digital, hace ya 20 años, fue no perder el rigor empujados por la velocidad. Hoy creo que ese peligro no ha desaparecido, pero sí hemos aprendido a manejarlo. Pero nos enfrentamos cada vez a nuevos problemas por el avance imparable de la tecnología. Uno de ellos, sin duda, tiene que ver con el aumento de la cantidad de información que tenemos que manejar y la creciente dificultad para filtrar lo que es relevante y cierto de lo que es pura intoxicación. Por eso hoy más que nunca hay que redoblar las herramientas de rigor y filtrado y, dentro de lo posible, serenar las decisiones editoriales y no dejarse llevar por lo que en algunos artículos sobre el tema he definido como "histeria informativa".
Respuesta de Jorge Cardona
El afán es el factor que conduce a la mayoría de los errores que se advierten en el mundo digital del periodismo actual. Hoy protagoniza la dictadura de los clics, y esa perspectiva equivocada se traduce en yerros de toda clase. En la escritura defectuosa, en los errores de tipografía o de conceptualización, en la falta de contexto, en la omisión de los procesos necesarios de edición, o en la información abiertamente equivocada, entre otras características.
En el universo digital de hoy, todos los medios -prensa, radio o televisión- intentan moverse a la misma velocidad y eso produce una frenética competencia por la primicia que termina desconociendo los formatos clásicos de cada especialidad. Solo el tiempo terminará posicionando a aquellos medios y periodistas que no pierdan de vista las razones fundamentales del oficio y su profesionalización creciente.
Respuesta de Álex Grijelmo
Los mismos que se dan en el periodismo generalmente: la falta de verificación, la falta de contraste (que la parte atacada pueda defenderse, conseguir versiones adicionales de otras personas...) y la ausencia del contexto pertinente para esa noticia.
Respuesta de Javier Darío Restrepo
Es un primer error dejarse reemplazar por la tecnología. Ya sucedió con las grabadoras de voz que, como señalaba Gabriel García Márquez, reemplaza y anula la memoria del periodista, que confiado en el aparato no memoriza y apenas si presta atención al entrevistado con lo que desaparecen la escucha atenta y crítica para demandar aplicaciones, ampliaciones o aclaraciones de posibles contradicciones del entrevistado. La diferencia entre un periodismo mediocre y uno de calidad la pone esa actitud de independencia frente a las máquinas.
Otro error es el de limitar la iniciativa del periodista a lo que puede hacer la máquina, bajo la convicción de que la técnica supera al hombre. Así la inteligencia artificial (IA) se perfila como una amenaza deshumanizadora.
Otro error posible es el de la ruptura o alejamiento de la realidad. Convencido de que si lo puedo hacer desde mi computador ¿para qué molestarme en ir hasta allá, donde están los hechos y sus protagonistas? Así se hacen entrevistas, reportajes, crónicas, perfiles, todo a distancia y de modo virtual.
Además, a fuerza de aprovechar al máximo la información digital, el periodista cae en el error de convertirse en el amanuense de su computador y desaparece el periodista líder, guía de su audiencia y con capacidad para cambiar algo todos los días. De esta manera, el periodismo se convierte en un quehacer mecánico y desprovisto de alma, que puede ser hecho por un robot.
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